Los riesgos de un shock anafiláctico

06/02/2005
3 min lectura
Los riesgos de un shock anafiláctico

La IgE es un glicoproteína que conforma los anticuerpos (defensas) del organismo. Suele estar presente en las reacciones a cuadros alérgicos, y puede provocar en ciertas personas muy sensibles a ciertos alergenos (causantes de alergias) una reacción inmunitaria exagerada, por ejemplo, por picaduras de insectos himenópteros (avispas o abejas), ingesta de comidas o medicamentos que su organismo rechace.

Los síntomas y signos pueden aparecer en un lapso de minutos a media hora desde el momento en que la persona entra en contacto con el alergeno. Si no es tratada o atendida médicamente en forma oportuna, puede morir porque la respuesta del organismo genera una serie de trastornos que suelen conducir a la asfixia o colapso cardiovascular.

La doctora Agar explica que 'en la anafilaxia medida por IgE, la probabilidad de una reacción hiperalérgica se ve influida por la naturaleza del alergeno responsable y por el tipo de exposición, siendo más severo cuando ingresa por vía parenteral (inyectable) directamente al torrente sanguíneo más que por vía oral. También incide el grado de sensibilidad del paciente pues hay algunas personas que con un mínimo contacto con el alergeno desarrollan grandes complicaciones'.

Añade que lo que ocurre es que 'la liberación de histamina (sustancia liberada por reacciones alérgicas) de los mastocitos (una variedad de leucocitos o glóbulos blancos de defensa) puede provocar prurito (picazón), urticaria (placas rojas en la piel), contracciones intestinales que causen dolores abdominales y/o diarreas; contracciones uterinas (que incluso pueden acelerar un parto), náuseas, vómitos o rinitis'.

Sin embargo, el riesgo mayor radica en que, de acuerdo a lo que explica la especialista, una reacción anafiláctica complica al médico porque causa 'vasodilatación y aumento de la permeabilidad vascular (los vasos se expanden y mandan líquido hacia el tejido celular haciendo descender el volumen de la sangre), lo que genera hipotensión (baja la presión), taquicardia (aumenta la frecuencia de palpitaciones del corazón), mareos y síncope (pérdida de conciencia)'.

La muerte suele estar gatillada por estos últimos efectos ya que el afectado sufre edema (acumulación de líquido en el tejido celular) y, según precisa la doctora Agar, 'este hecho afecta a la laringe e hipofaringe, obstruyendo el flujo aéreo, que se manifiesta con ronquera, disnea (sensación de respirar con dificultad), disfonía o estridor (sonido duro y semejante a un silbido), y todo esto puede llevar a asfixia. También la hipotensión puede conducir a arritmias, cardiopatías isquémicas (detención de la circulación arterial que afecta al corazón) y shock'.

Afortunadamente, de acuerdo a los antecedentes aportados por la experta de la clínica, sólo el 1% de los pacientes que desarrollan un shock anafiláctico muere, y entre este grupo el 70% fallece como consecuencia del edema en la vía superior aérea (asfixia) y el 24% por alteraciones cardiovasculares.

Perfil de la población en riesgo

¿Quiénes están en riesgo de padecer esta reacción anafiláctica?
Primero que todo, dice la doctora Agar, 'aquellos que sufren atopia o son alérgicos de cualquier tipo, tienen predisposición. En este sentido, no es raro que un rinítico o asmático tenga alergia a un medicamento o alimento'.

Precisa que a eso hay que añadirle quienes, teniendo esta hipersensibilidad inmunitaria, efectúan ciertas actividades riesgosas para este efecto.

Entre estos últimos, la inmunóloga menciona los alérgicos a picaduras de himenópteros, sobre todo si se considera que desarrollan un shock anafiláctico por esta causa 6 de cada 1000 personas, en circunstancias que las estadísticas generales indican que entre 10 y 21 casos de esta reacción se producen por cada 100 mil habitantes.

Por este motivo, deben tener particular cuidado quienes trabajan en apicultura, aquellos que laboran eliminando nidos de abejas o avispas, los que caminan en el pasto o están en contacto con la naturaleza descalzos. También las personas que realizan labores de jardín, cosechan frutas, practican deportes al aire libre o efectúan viajes al exterior donde pueden comer o beber alimentos cuya composición desconocen.

Estos cuadros pueden ser desencadenados por un gran número de alimentos, por distintos tipos de fármacos -como antibióticos (penicilinas y sulfas), relajantes musculares y antiinflamatorios-, o por el contacto con ciertos materiales como látex, que se da a veces en anafilaxias operatorias.

Medidas preventivas

En virtud de lo expuesto, la doctora Agar considera que toda persona con antecedentes alérgicos, y sobre todo si ha tenido cuadros clínicos con respuesta inmunitaria desproporcionada, incluso con una simple manifestación cutánea de urticaria, debe como medida preventiva- consultar a un inmunólogo para que identifique su condición.

'Estamos hablando de reacciones importantes. Quizás haya personas alérgicas que no han llegado a desarrollar un shock anafiláctico, pero igual están en potencial riesgo. No se pueden quedar tranquilos porque las complicaciones se les pasaron y estiman que no fue para preocuparse realmente. Sí hay que inquietarse si aparecen mínimos síntomas, como una disfonía después del contacto con un alergeno, en cuyo caso hay que partir rápidamente al servicio de urgencia', expresa la doctora Agar.

Finalmente, menciona que dentro de las medidas preventivas que suelen recetarse a estos pacientes sensibles, están el uso de corticoides, antihistamínicos y portar jeringas con adrenalina (compensa la presión mediante el aumento de palpitaciones cardíacas), como una última medida desesperada para evitar un shock anafiláctico por hipotensión con falla cardiovascular.

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Se acerca el verano y el tema de las picaduras de insectos, como abejas y avispas, suele incorporarse a la lista de pequeñas preocupaciones domésticas, sobre todo en el caso de los niños debido a un mayor contacto con la naturaleza. En este contexto, hay que tener particular cuidado con quienes pueden sufrir reacciones alérgicas intensas o exageradas, incluso con consecuencias fatales.

¿Cómo puede producirse esto que parece desproporcionado?

El paciente puede desarrollar un shock anafiláctico o reacción anafiláctica que es 'una respuesta aguda generalizada debido a la liberación sistémica súbita de mediadores celulares por una reacción gatillada por la inmunoglobulina E (IgE)', según explica la doctora Ana María Agar, inmunóloga de Clínica Alemana.

La IgE es un glicoproteína que conforma los anticuerpos (defensas) del organismo. Suele estar presente en las reacciones a cuadros alérgicos, y puede provocar en ciertas personas muy sensibles a ciertos alergenos (causantes de alergias) una reacción inmunitaria exagerada, por ejemplo, por picaduras de insectos himenópteros (avispas o abejas), ingesta de comidas o medicamentos que su organismo rechace.

Los síntomas y signos pueden aparecer en un lapso de minutos a media hora desde el momento en que la persona entra en contacto con el alergeno. Si no es tratada o atendida médicamente en forma oportuna, puede morir porque la respuesta del organismo genera una serie de trastornos que suelen conducir a la asfixia o colapso cardiovascular.

La doctora Agar explica que 'en la anafilaxia medida por IgE, la probabilidad de una reacción hiperalérgica se ve influida por la naturaleza del alergeno responsable y por el tipo de exposición, siendo más severo cuando ingresa por vía parenteral (inyectable) directamente al torrente sanguíneo más que por vía oral. También incide el grado de sensibilidad del paciente pues hay algunas personas que con un mínimo contacto con el alergeno desarrollan grandes complicaciones'.

Añade que lo que ocurre es que 'la liberación de histamina (sustancia liberada por reacciones alérgicas) de los mastocitos (una variedad de leucocitos o glóbulos blancos de defensa) puede provocar prurito (picazón), urticaria (placas rojas en la piel), contracciones intestinales que causen dolores abdominales y/o diarreas; contracciones uterinas (que incluso pueden acelerar un parto), náuseas, vómitos o rinitis'.

Sin embargo, el riesgo mayor radica en que, de acuerdo a lo que explica la especialista, una reacción anafiláctica complica al médico porque causa 'vasodilatación y aumento de la permeabilidad vascular (los vasos se expanden y mandan líquido hacia el tejido celular haciendo descender el volumen de la sangre), lo que genera hipotensión (baja la presión), taquicardia (aumenta la frecuencia de palpitaciones del corazón), mareos y síncope (pérdida de conciencia)'.

La muerte suele estar gatillada por estos últimos efectos ya que el afectado sufre edema (acumulación de líquido en el tejido celular) y, según precisa la doctora Agar, 'este hecho afecta a la laringe e hipofaringe, obstruyendo el flujo aéreo, que se manifiesta con ronquera, disnea (sensación de respirar con dificultad), disfonía o estridor (sonido duro y semejante a un silbido), y todo esto puede llevar a asfixia. También la hipotensión puede conducir a arritmias, cardiopatías isquémicas (detención de la circulación arterial que afecta al corazón) y shock'.

Afortunadamente, de acuerdo a los antecedentes aportados por la experta de la clínica, sólo el 1% de los pacientes que desarrollan un shock anafiláctico muere, y entre este grupo el 70% fallece como consecuencia del edema en la vía superior aérea (asfixia) y el 24% por alteraciones cardiovasculares.

Perfil de la población en riesgo

¿Quiénes están en riesgo de padecer esta reacción anafiláctica?
Primero que todo, dice la doctora Agar, 'aquellos que sufren atopia o son alérgicos de cualquier tipo, tienen predisposición. En este sentido, no es raro que un rinítico o asmático tenga alergia a un medicamento o alimento'.

Precisa que a eso hay que añadirle quienes, teniendo esta hipersensibilidad inmunitaria, efectúan ciertas actividades riesgosas para este efecto.

Entre estos últimos, la inmunóloga menciona los alérgicos a picaduras de himenópteros, sobre todo si se considera que desarrollan un shock anafiláctico por esta causa 6 de cada 1000 personas, en circunstancias que las estadísticas generales indican que entre 10 y 21 casos de esta reacción se producen por cada 100 mil habitantes.

Por este motivo, deben tener particular cuidado quienes trabajan en apicultura, aquellos que laboran eliminando nidos de abejas o avispas, los que caminan en el pasto o están en contacto con la naturaleza descalzos. También las personas que realizan labores de jardín, cosechan frutas, practican deportes al aire libre o efectúan viajes al exterior donde pueden comer o beber alimentos cuya composición desconocen.

Estos cuadros pueden ser desencadenados por un gran número de alimentos, por distintos tipos de fármacos -como antibióticos (penicilinas y sulfas), relajantes musculares y antiinflamatorios-, o por el contacto con ciertos materiales como látex, que se da a veces en anafilaxias operatorias.

Medidas preventivas

En virtud de lo expuesto, la doctora Agar considera que toda persona con antecedentes alérgicos, y sobre todo si ha tenido cuadros clínicos con respuesta inmunitaria desproporcionada, incluso con una simple manifestación cutánea de urticaria, debe como medida preventiva- consultar a un inmunólogo para que identifique su condición.

'Estamos hablando de reacciones importantes. Quizás haya personas alérgicas que no han llegado a desarrollar un shock anafiláctico, pero igual están en potencial riesgo. No se pueden quedar tranquilos porque las complicaciones se les pasaron y estiman que no fue para preocuparse realmente. Sí hay que inquietarse si aparecen mínimos síntomas, como una disfonía después del contacto con un alergeno, en cuyo caso hay que partir rápidamente al servicio de urgencia', expresa la doctora Agar.

Finalmente, menciona que dentro de las medidas preventivas que suelen recetarse a estos pacientes sensibles, están el uso de corticoides, antihistamínicos y portar jeringas con adrenalina (compensa la presión mediante el aumento de palpitaciones cardíacas), como una última medida desesperada para evitar un shock anafiláctico por hipotensión con falla cardiovascular.


Esta información es meramente informativa y no sustituye la opinión de un profesional de salud. Ante cualquier síntoma o molestia, te recomendamos consultar con tu médico. Además, ten en cuenta que, debido a la naturaleza cambiante de los temas tratados en este artículo, algunos conceptos pueden sufrir modificaciones desde la fecha original de la publicación.
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