Héctor Lártiga:

Soy otro por el programa Vivir Liviano

07/06/2012
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Soy otro por el programa Vivir Liviano

“Papá, estás muy gordito. Me hacen bromas en el colegio”. Esta fue la frase que logró que Héctor Lártiga tomara conciencia de su obesidad: con 140 kilos y 1,82 metros de estatura, tenía un IMC superior a 40. Hasta ese momento, no le había prestado atención a su cansancio, molestias y desequilibrada dieta. “Sabía que estaba gordo, pero no era consciente de los riesgos de mi exceso de peso”, confiesa este contador auditor de 43 años.

Sin embargo, gracias a las palabras de Javiera, su hija, Héctor se hizo un chequeo médico que evidenció los estragos de la obesidad en su cuerpo. “Sufría trastornos del sueño, tuve un alto riesgo de infarto cerebral y me diagnosticaron hígado graso. Tenía los indicadores súper disparados”, comenta.

Fue entonces cuando decidió ingresar al programa ‘Vivir Liviano’ de Clínica Alemana, una iniciativa que ofrece alternativas médicas y quirúrgicas para enfrentar la obesidad, además del apoyo y seguimiento de nutriólogos, cirujanos, psiquiatras, nutricionistas, psicólogos, kinesiólogos y enfermeras. En el caso de Héctor, los especialistas que lo trataron fueron el doctor Juan León, cirujano, y la doctora Jennifer Humphreys, nutrióloga.

Estómago nuevo, vida nueva

Después de la evaluación médica, el 25 de mayo de 2010 se sometió a una gastrectomía vertical en manga, cirugía bariátrica que divide el estómago verticalmente y que reduce su tamaño entre 75% y 80%.

Los beneficios de la intervención aparecieron tempranamente. Tras volver a su casa luego de ser dado de alta se percató de que los ronquidos eran cosa del pasado. Además, siguiendo las instrucciones de su médico, comenzó a caminar entre uno y dos kilómetros diarios y a andar en bicicleta. Sin embargo, eso no era suficiente. A fines de 2011 contrató a una personal trainer, con quien entrena día por medio. En un comienzo, el objetivo fue tonificar el cuerpo, pero desde que se inscribió en la Maratón de Santiago del pasado 1 de abril, la rutina se enfocó únicamente en la resistencia.

“Una compañera de trabajo me comentó que participaría de la carrera, y fue tanto el entusiasmo que me trasmitió que no pude resistirme a la oportunidad de correr, por lo menos, los 10 kilómetros”, explica.

Finalmente, logró completar el recorrido en la maratón y, posteriormente, el pasado 6 de mayo participó de la Corrida Brooks.

Otro de los aspectos que cambió en la vida de Héctor fue la alimentación: en su casa ya no se comen grasas ni carnes rojas. Su dieta contempla seis comidas diarias, de porciones moderadas y alimentos saludables, tales como frutas, verduras, cereales, carnes blancas y yogures. Incluso, el compromiso por mejorar su nutrición ha sido tal, que ha logrado trasmitirle a su hija las bondades de comer sano y hacer ejercicio.

Los 42 kilos que ha bajado después de la operación no solo han mejorado su aspecto físico, sino que también el emocional.

Si bien su gran meta es llegar a los 90 kilos, Héctor ya se siente satisfecho y feliz de su decisión.



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