Dolor en la parte baja de la columna, acompañado en algunos casos de pérdida de sensibilidad y de fuerza en los brazos y las piernas, es el principal síntoma de la hernia lumbar.
Esta patología que, generalmente, se da entre los 40 y 50 años, es el resultado de la degeneración y pérdida de las propiedades elásticas del disco invertebral, que son estructuras fibrosas a modo de cojines que existen entre cada dos vértebras y amortiguan los movimientos de la columna vertebral.
El doctor Bernardo Merello, traumatólogo de Clínica Alemana, explica que 'diversas enfermedades, traumatismos o simplemente la edad provocan que dichos discos pierdan su elasticidad y se fragmenten. Cuando todo o parte de este disco afectado se desplaza fuera de su lugar, puede comprimir estructuras nerviosas y provocar síntomas como dolor lumbar irradiado a miembros inferiores, lo que da origen a la conocida ciática'.
Asimismo, el dolor empeora con la tos y el estornudo porque la presión aumenta mucho en ese momento y la hernia comprime aún más la raíz del nervio. El diagnóstico se realiza mediante la exploración clínica neurológica y se confirma con pruebas de imagen (scanner o resonancia magnética) y/o neurofisiológicas. El resultado de estos estudios no siempre es seguro, pudiendo haber diferentes criterios en su interpretación.
Sin embargo, cuando el dolor es intratable y existe compromiso neurológico se debe recurrir a la opción quirúrgica como medida terapéutica en función de las características personales del paciente, su evolución clínica y el resultado de las pruebas diagnósticas realizadas. Los pacientes intervenidos una vez, pueden requerir en el futuro nuevas cirugías en el mismo o en otros niveles de la columna vertebral.
Los riesgos de este procedimiento son los propios de cualquier intervención quirúrgica -reacción a los fármacos anestésicos, infección, hemorragia-. Las enfermedades previas del paciente condicionan el postoperatorio y la evolución subsiguiente.