Contenido en colaboración con Dra. Alejandra Segovia
El término artritis se refiere a cualquier inflamación articular, puede afectar 1 o más articulaciones y originarse por diversas causas. Por ejemplo, hay artritis producidas por:
Infecciones virales o bacterianas.
Acumulación de cristales de ácido úrico o de calcio en la articulación, como en el caso de gota y pseudogota.
Alteraciones del sistema inmunológico y la aparición de autoinflamación y autoinmunidad. En estas condiciones, el sistema inmunológico se activa erróneamente y ataca las estructuras propias de los individuos. Explicado en términos muy simplificados: “es como si una persona se pusiera alérgica a sí mismo”.
Entre las artritis causadas por fenómenos autoinmunes, las más frecuentes es la artritis reumatoide, cuya prevalencia es variable en distintos países. En Chile se estima que un 0,2 a 0,5 % de la población padece de esta enfermedad. Esta artritis afecta mayoritariamente a mujeres, y sus inicios se presentan habitualmente entre 30 a 50 años.
Esta artritis corresponde a un proceso inflamatorio que afecta predominantemente al tejido sinovial, que es el que recubre internamente las articulaciones y también envuelve a muchos tendones. De ahí el término tenosinovitis, que se refiere a la inflamación de las membranas sinoviales que recubren los tendones.
La artritis reumatoide es una enfermedad crónica que suele afectar inicialmente unas pocas articulaciones, generalmente manos y pies. En meses se van sumando otras como hombros, codos, rodillas, tobillos, entre otras. Es importante destacar que no afecta la columna dorsal, ni lumbar, aunque ocasionalmente compromete la columna cervical.
Al inflamar la articulación, esta enfermedad puede dañar rápidamente el cartílago, el hueso y los tendones. El daño es, en general, irreversible y condiciona en el largo plazo la aparición de deformidad articular y discapacidad. Por eso, el diagnóstico oportuno es fundamental para detener tempranamente la inflamación y así evitar la progresión del daño articular y preservar la funcionalidad.
Hasta el momento, el tabaquismo es el único factor de riesgo externo sólidamente establecido.
El síntoma más característico es el dolor articular, acompañado en grados variables de:
Enrojecimiento.
Hinchazón.
Dificultad para la movilización de las articulaciones afectadas.
Puede afectar casi todas las articulaciones del cuerpo, excepto la columna dorsal, lumbar y articulaciones sacroilíacas. Lo más común es que inicialmente afecta manos y pies, y posteriormente se agregan otras articulaciones más grandes como rodillas, hombros, codos, tobillos.
Otro síntoma relevante es la rigidez matinal mayor de 20 minutos. Dependiendo de la severidad de la inflamación, la rigidez es más prolongada e incluso puede durar horas, lo que dificulta labores tan básicas como levantarse en las mañanas, vestirse, etc. A veces los pacientes también refieren cansancio generalizado.
Las deformidades y discapacidades secundarias son poco frecuentes en la actualidad, debido al diagnóstico más precoz y los tratamientos actuales disponibles.
La importancia de un diagnóstico precoz es determinante en el pronóstico de la artritis reumatoide. El diagnóstico de sospecha inicial es clínico, basado en los síntomas ya descritos. Por eso, es importante consultar ya sea a un médico internista o idealmente a un especialista reumatólogo.
Cuando hay sospechas fundadas, el médico solicitará además exámenes de laboratorio y, muchas veces, exámenes de imágenes.
Idealmente el tratamiento debe iniciarse antes de los 6 meses del inicio de los síntomas. Esto permite frenar a tiempo la inflamación articular, y con ello la destrucción articular, las deformidades posteriores y la discapacidad progresiva.
Los tratamientos empleados actualmente son:
Antiinflamatorios.
Corticoides.
Inmunomoduladores.
Inmunosupresiones.
Anticuerpos monoclonales (terapias biológicas).
Terapias de pequeñas moléculas.
Con este arsenal terapéutico y el inicio precoz del tratamiento, es excepcional que los pacientes desarrollen daño articular estructural permanente, deformidades y disminución de sus capacidades. Ello también ha redundado en que las cirugías que se empleaban en el siglo pasado para retirar tejido sinovial o para corregir deformidades ya no son necesarias. Una persona con artritis reumatoide bien tratado puede hacer una vida completamente normal.
En el caso de la artritis reumatoide, hasta la fecha, solo se conoce un factor de riesgo externo bien demostrado el cual es el consumo de tabaco. Por consiguiente, es un motivo más para desaconsejar el hábito de fumar.