Luego de décadas de esfuerzos conjuntos entre las entidades de salud, gobiernos y organizaciones internacionales, finalmente se observa una disminución en el consumo de tabaco. Según el Ministerio de Salud (Minsal), en los últimos diez años este bajó un 23 % en adultos y un 46 % en adolescentes.
No obstante, esta tendencia a la baja en el hábito de fumar viene acompañada por un aumento importante en el uso de dispositivos electrónicos de entrega de nicotina (conocidos genéricamente como cigarros electrónicos)
que son promovidos como dispositivos “de riesgo reducido”, en alusión a la menor concentración de tóxicos que estos contendrían.
La doctora Marcela Gómez, broncopulmonar de Clínica Alemana, explica: “Es cierto que algunos cigarrillos electrónicos -no todos- tienen menores concentraciones de tóxicos. Sin embargo, no existen datos suficientes para
asegurar que esas menores concentraciones y características de tóxicos inhalados produzcan menos enfermedades. Además, lo que inhalamos desde los “vapeadores” no es vapor, sino aerosol. Una diferencia que es relevante,
pues contiene micropartículas en suspensión, las cuales, por su tamaño, ven facilitada su entrada a los pulmones”.
La experta broncopulmonar señala que catalogarlos de “riesgo reducido” puede dar una falsa sensación de seguridad a las personas, quienes, sin mayor información, tenderían a cambiarse a cigarrillos electrónicos
en un intento por reducir los peligros del tabaco.
La doctora Gómez acota que elementos como el aspecto y los saborizantes de los cigarrillos electrónicos los hacen atractivos para los adolescentes. Asimismo, indica que la población que registra mayor uso de estos dispositivos son los jóvenes, con lo que se exponen a uno de los riesgos más conocidos y temidos: la adicción a la nicotina. “Dado que nuestros adolescentes registran el mayor consumo, es de vital importancia estar informados y poder conversar en familia o con un profesional de salud sobre los potenciales riesgos de estos dispositivos”, concluye la Dra. Gómez.