Dolores de crecimiento en los niños y el rol de la Vitamina D

Molestias constantes en muslos, rodillas o piernas que afectan a los niños en horarios nocturnos y que desaparecen a la mañana siguiente: los dolores de crecimiento se presentan con frecuencia en menores, su verdadera causa aún es desconocida y es importante saber distinguirlos de otras patologías.

Por Clínica Alemana ago. 27, 2020, 12:49

Molestias constantes en muslos, rodillas o piernas que afectan a los niños en horarios nocturnos y que desaparecen a la mañana siguiente: los dolores de crecimiento se presentan con frecuencia en menores, su verdadera causa aún es desconocida y es importante saber distinguirlos de otras patologías.

“Se definen como un dolor difuso y recurrente que ocurre en las extremidades inferiores de los niños, principalmente durante la tarde y la noche. Es súper importante recalcar que esto pasa en ausencia de una patología músculoesquelética que pueda explicarlos”, dice la doctora Paulina de la Fuente, traumatóloga infantil de Clínica Alemana.

En general, se presentan entre los tres y los doce años, y dentro de este grupo, con más frecuencia entre los tres y los cinco años, y luego, entre los ocho y los doce.

“Afecta más o menos al 10 a 20% de los niños que están en la etapa escolar. En cuanto a la altura, peso y tasa de crecimiento, aparentemente no tendrían influencia en la incidencia de la enfermedad.”, detalla la especialista.

Dentro de las principales características de estos dolores están:

  • Se presentan en la tarde o en la noche. “Si un niño tiene dolor durante el día no es un dolor de crecimiento”, explica la traumatóloga. El niño amanece sin molestias y se pueden hacer actividades normales durante el día.
  • Ocurren en ambas extremidades inferiores.
  • Tienden a ser difusos. No siempre se localizan en un punto específico y afectan la parte anterior de los muslos, la parte anterior de las piernas, la cara posterior de las rodillas o las pantorrillas.
  • Son episódicos. No ocurren todos los días. “A veces pueden presentarse dos o tres veces a la semana, después saltarse un periodo de semanas o meses y luego volver a aparecer”, explica la doctora.
  • Se relacionan con la actividad física. “En días en que el niño ha realizado mayor actividad, por ejemplo, campeonatos deportivos o ha tenido algún cumpleaños”, dice la especialista.
  • Duración de minutos o incluso de horas durante la noche.

No se tiene clara cuál es la etiología de estos dolores. Es decir, no se ha podido descubrir bien por qué se producen. Sobre sus causas hay múltiples teorías. “Una de las más recientes es la asociación con la Vitamina D, principalmente porque se ha visto que pacientes con dolores de crecimiento tendrían niveles más bajos de esta hormona y que al suplementarla se produce una reducción significativa del dolor”.

Dado que las causas son desconocidas, el tratamiento se concentra aliviar el dolor a través de:

  • Ejercicios de elongación, que se repitan durante la semana, principalmente en músculos: cuádriceps, isquiotibiales, adductores, y tendón de Aquiles.
  • Calor local. De manera preventiva, un baño de agua tibia en la noche podría ayudar. Si se presenta dolor, aplicar calor con un guatero.
  • Alteraciones posturales “Por ejemplo, en el caso de del pie plano valgo podemos dejar plantillas o algún tipo de órtesis”, detalla la doctora
  • Masajes.
  • Antiinflamatorios.
  • Vitamina D. Si hay déficit, se puede suplementar.

El rol de la Vitamina D

La Vitamina D ha sido foco de la mirada de muchas líneas investigativas, porque se han descubierto muchas relaciones de ella a nivel cerebral, cardiovascular, gastrointestinal, pancreática y del sistema inmune. También podría ser un factor protector contra ciertos tipos de cáncer.

“El rol principal, el más estudiado y el más establecido es a nivel de la salud ósea, a nivel del hueso”, explica la doctora Carolina Ávalos, endocrinóloga pediátrica de Clínica Alemana.

Es considerada una hormona, y las hormonas, además de ser necesarias para que el organismo funcione bien, son capaces de regular ciertas acciones. La Vitamina D regula muchas”, explica.

Esta vitamina es la encargada de absorber el calcio a nivel intestinal. Además de esta función “tiene un rol importante y una función bien relevante en la formación propiamente tal del hueso y lo que es la mineralización ósea”, explica la endocrinóloga.

Si bien este no es un tema que esté zanjado y sigue siendo objeto de investigación, “hay algunos estudios que dicen que efectivamente el déficit de Vitamina D sí podría producir dolores óseos”, asegura la doctora Ávalos.

“Se vieron asociaciones entre el déficit de Vitamina D y dolores óseos en adultos: espalada, de rodilla, fibromialgia, y de ahí se extrapoló la idea de que a lo mejor el déficit podría también tener un rol en los dolores óseos de crecimiento en los niños” , explica.

Lo que sí está claro es que niños con menos Vitamina D pueden desarrollar niveles más bajos de calcio y de fósforo, y que aquello se relaciona con estos dolores.

Otro elemento a considerar es que, cuando se ha tratado este déficit, los dolores han disminuido su intensidad e incluso, en algunos casos, pueden llegar a desaparecer.

Otro punto que destaca la especialista es que los dolores son más intensos en invierno, momento en que los niveles de Vitamina D están más bajos en nuestra sangre.

¿Dónde se obtiene la Vitamina D?

“La gran fuente de Vitamina D para nosotros es el sol, la exposición solar. De ahí obtenemos el 90% de ella”, dice a doctora. Es por esto que se recomienda exposición solar “recordando que debe ser breve, controlada y responsable”. “Un 10% de se obtiene de los alimentos que consumimos”, explica. Entre ellos, los que contienen mayor concentración son:

  • Pescados ricos en materia grasa (salmón, sardina, caballa, atún, bacalao).
  • Yema de huevo.
  • Lácteos (leche, queso, yogurt).
  • Algunos cereales fortificados con Vitamina D.
  • Champiñones (sobre todo aquellos secados al sol).

Diagnóstico de exclusión o descarte

Cuando se presentan los síntomas de dolores de crecimiento se tiene que descartar que no haya una patología ortopédica u otra causa que lo explique. El diagnóstico se hace a través de la historia clínica y de un exámen físico sin una alteración musculoesquelética que pueda explicar el dolor.

En general se piden exámenes de laboratorio o de imágenes cuando el dolor no cumple los criterios de los dolores de crecimiento y/o se asocia a otros síntomas, por ejemplo, “un niño que ha bajado de peso, que tiene fiebre o que se ve pálido”, advierte la doctora De la Fuente. También cuando existe aumento de volumen, signos inflamatorios o cuando el dolor ocurre en otras zonas, como extremidades superiores, columna o la región inguinal.

Esto, con el fin de descartar lesiones traumáticas, tumores óseos de leucemia, infecciones o enfermedades reumatológicas, como la artritis idiopática juvenil.

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