Parásitos intestinales: ¿Cómo se presentan?

04/08/2021
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Parásitos intestinales: ¿Cómo se presentan?

“Los parásitos intestinales en los niños son más habitualmente en la edad preescolar, entre los dos y seis años, porque en esta etapa acostumbran a jugar con tierra, tienen menos hábitos de lavado de manos y suelen echarse a la boca alimentos sin lavar o cosas que recogen del suelo. Además, muchos asisten a jardines infantiles donde están en contacto con muchos otros niños que pueden tener esta infección”, explica el doctor Francisco Alliende, gastroenterólogo infantil de Clínica Alemana.

En el caso de los humanos, la parasitosis intestinal se presenta cuando una especie (parásito) vive a expensas de una persona (huésped), dentro del tracto intestinal, pudiendo provocar daño.

La principal forma de adquirir estos parásitos es a través de la contaminación del agua, de frutas, de verduras o de tierra con deposiciones humanas infectadas con sus huevos o directamente a través de un manipulador de alimentos con malos hábitos higiénicos que lo hagan portador de alguna parasitosis. También a través de algunas especies de pescados, cuando estos se ingieren crudos o mal cocidos.

“Dado que existe relación entre condiciones sanitarias y situación socioeconómica con infestación parasitaria, la mejoría de estas condiciones ha hecho que la parasitosis haya disminuido significativamente. Sin embargo, el desarrollo también conlleva la adquisición de nuevas costumbres culinarias, mayor posibilidad de viajar al extranjero y contacto con nuevos parásitos para nosotros poco conocidos”, explica el especialista.

Síntomas de parásitos en niños

En la infancia los parásitos intestinales pueden presentar una amplia gama de sintomatología. Algunos no muestran indicios de la enfermedad, mientras que otros sufren de:

  • Cólicos abdominales recurrentes.
  • Disminución o ausencia de apetito.
  • Detención del progreso en el aumento de peso o peso insuficiente.
  • Diarrea y otras manifestaciones digestivas.

Tipos de parásitos

Los oxiuros, se presentan con picazón (prurito anal o nasal) y en el caso de las niñas, puede darse en la zona vaginal, porque muchas veces el parásito migra hacia la vagina y produce secreción anormal. Cuando esto ocurre es común que los padres descubran en los márgenes del ano un gusanito blanquecino, en forma de hilacha, que mide alrededor de medio centímetro de largo, ése es el oxiuro, conocido coloquialmente como pidulle.

Para diagnosticarlo se utiliza el Test de Graham, que consiste en pasar papel engomado transparente (cinta scotch) por las márgenes del ano durante varios días para luego examinarlo bajo el microscopio.

En el caso de las giardias, pasan al intestino delgado, donde se pegan a las paredes provocando diarreas y cólicos intestinales.

Para detectarlos, se realiza un examen parasitológico, que consiste en juntar muestras de deposiciones día por medio y analizarlas microscópicamente.

Las amebas, pueden provocar malestar y estreñimiento alternado con diarreas, las que a veces se acompañan de sangrado y moco en abundancia. Más raramente estos parásitos entran en la corriente sanguínea e introducen infecciones en el hígado, pulmones, cerebro y globo ocular, además de poder producir úlceras en la piel y anemia.

Otro parásito es la lombriz solitaria (taenia solium), gusano aplanado que puede llegar a medir de 10 a 12 metros y se adquiere por comer carne de cerdo cruda o insuficientemente cocida. Si una persona consume agua o alimentos contaminados con deposiciones que tengan huevos de este parásito es posible que desarrolle una larva que se enquista en distintos tejidos. El caso más grave es cuando ocurre en el tejido nervioso central provocando lo que se llama neurocisticercosis. También existe la taenia saginata, que se adquiere por comer carne cruda de vacuno.

Tratamientos

Actualmente, para combatir a los parásitos existe una serie de medicamentos rápidos y efectivos, que van a variar según el tipo que esté afectando.

Tratar estas infecciones a tiempo permite evitar los molestos síntomas y prevenir complicaciones. “La filosofía del parásito es vivir a expensas de otro, tratando de no perjudicarlo para no ser descubierto y mantenerse como especie. Sin embargo, puede causar mucho daño si se encuentra en grandes cantidades y en un terreno propicio, como un niño que se alimenta mal o que sufre de otras enfermedades que reducen sus defensas, ya que, al alterarse la inmunidad, los parásitos se multiplican con más facilidad y provocan mayor daño”, asegura el doctor Alliende.

Medidas preventivas

Finalmente, el especialista entrega una serie de recomendaciones a las que debemos prestar atención para prevenir la aparición de parásitos en nuestros hijos:

  • Buen aseo de manos.
  • Evitar comerse las uñas, ya que facilita el contagio.
  • Consumir alimentos bien lavados y cocidos.
  • Beber siempre agua potable o hervida.
  • Alimentarse adecuadamente y en forma balanceada.
  • Mantener la vivienda, los pisos, las paredes y los alrededores limpios y secos.
  • Evitar el contacto de las manos y los pies con el lodo, como la tierra o la arena de aquellos sitios donde se sabe o se sospecha que existe contaminación fecal.
  • Evitar ingerir alimentos en ventas callejeras y lugares con deficientes condiciones higiénicas.
  • Adecuado control sanitario de las mascotas. 


Esta información es meramente informativa y no sustituye la opinión de un profesional de salud. Ante cualquier síntoma o molestia, te recomendamos consultar con tu médico. Además, ten en cuenta que, debido a la naturaleza cambiante de los temas tratados en este artículo, algunos conceptos pueden sufrir modificaciones desde la fecha original de la publicación.
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