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MÁS INFORMACIÓNAlimentos funcionales
Los probióticos son parte de los llamados “ alimentos funcionales” –cuyos componentes optimizan la salud más allá de sus aportes nutricionales, ya sea en forma natural o procesada–.
Lo anterior, porque aportan una amplia gama de beneficios al organismo, entre los que destacan:
De acuerdo con la doctora Ana María Agar, inmunóloga de Clínica Alemana, “los probióticos son microorganismos vivos que, después de la ingesta de una cierta cantidad, ejercen beneficios sobre la salud más allá de la nutrición básica natural”.
El ámbito de acción de estos agentes es la flora intestinal, la que está compuesta por distintas bacterias “buenas” que cohabitan en un estado de equilibrio. Con el fin de participar adecuadamente en el balance microbiano del aparato digestivo, los probióticos deben mantenerse vivos durante su tránsito por el intestino delgado y el colon. Asimismo, tener la capacidad de desarrollarse en ellos como un integrante natural de este verdadero ecosistema, para lo que es necesario que logren una buena adherencia al epitelio intestinal y no revistan características patógenas.
Para cumplir estas exigencias, los productos que contienen probióticos deben mantener su actividad y viabilidad a lo largo del proceso de fabricación y almacenamiento. Por esto, para obtener todos los beneficios de estos preparados lo ideal es consumirlos en una concentración de 10 elevado a 7 bacterias vivas por centímetro cúbico, información que está contenida en las especificaciones de las etiquetas.
Están presentes en alimentos, en complementos de alimentos y en medicamentos. En el primer caso, para consumir probióticos se recomienda consumir productos lácteos fermentados como yogurt, bebidas lácteas, leches y quesos a los que se hayan agregado cultivos vivos conocidos como bifidobacterium y lactobacillus.
“Los productos lácteos constituyen un excelente vehículo para los probióticos, ya que los protegen de los elevados niveles de ácido de nuestro estómago y de la concentración de bilis del intestino, que pueden dañar o eliminar a muchos de los que ingerimos. Es decir, aumenta la posibilidad de que las bacterias beneficiosas sobrevivan a su paso por el intestino ”, señala la doctora Agar.
Además, algunos alimentos no lácteos también tienen cultivos de beneficiosos, como es el caso del chucrut y de las bebidas de soya fermentadas.
El especialista advierte que no se recomienda la ingesta de probióticos sin supervisión del especialista a pacientes con un sistema inmune notoriamente debilitado, a personas inmunocomprometidas o con sangrado intestinal.
Si son consumidos en cantidades suficientes y en forma permanente, los probióticos realizan los siguientes aportes a la salud:
Cada individuo tiene una composición única en su flora intestinal y su desarrollo equilibrado desde el momento de nacer es primordial para la buena salud. “Se ha demostrado que el tipo de parto tiene un gran impacto en la adquisición de las bacterias intestinales, incluso más allá del periodo neonatal”, señala la doctora Agar. “Los niños nacidos por parto vaginal y por cesárea siguen evidenciando diferencias significativas en este ámbito, incluso, a los 6 meses de edad”, agrega.
En este marco, explica que la microbiota o flora intestinal de los infantes sería más susceptible de manipulación usando suplementos con probióticos, en comparación a las de los adultos.
Con un peso estimado de un kilo, la flora intestinal del aparato digestivo varia en cantidad y composición según el tramo del aparato digestivo: mientras en el estómago es más escasa debido al PH ácido, va hasta llegar a su nivel máximo en el colon y en el resto del intestino grueso.
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