Aunque nunca pasa nada, siempre puede ocurrir algo, sobre todo si hay niños cerca y si se está de vacaciones. Para esto es mejor estar preparados con un botiquín de primeros auxilios adecuado para actuar correctamente.
Ya sea en casa, en el auto, en la maleta o en el lugar de trabajo, siempre hay que tener a mano un botiquín bien completo y surtido, con el material sanitario necesario para atender y aliviar pequeñas molestias, síntomas leves o trastornos menores.
Es recomendable que el maletín de primeros auxilios sea una caja de plástico, espacioso, resistente, transparente, fácil de transportar y de abrir.
Es fundamental que esté guardado en un lugar de acceso conocido para los adultos, y fuera del alcance de los niños.
Si sufre de alguna enfermedad crónica como diabetes, epilepsia, hipertensión, etc., debe llevar una provisión suficiente de medicamentos para todo el viaje, considerando algún imprevisto como el extravío de alguna caja.
Es importante consultar al médico sobre la dosificación de estos fármacos y sus indicaciones de uso, ya que toda automedicación es de riesgo. Si hay fiebre o diarrea en las primeras seis semanas luego del regreso de vacaciones, se debe ir al médico, detallando cuidadosamente el itinerario que se realizó.
Una vez completo el botiquín de primeros auxilios es fundamental leer el manual entero para saber cómo utilizar el contenido. Asimismo, si los niños son lo bastante mayores para entenderlo, hay que repasar con ellos el manual.
Luego se debe guardar el botiquín de primeros auxilios en un lugar que esté fuera del alcance y la vista de los más pequeños, pero que sea de fácil acceso para un adulto.
Es importante revisar regularmente el botiquín y reponer los artículos o medicamentos gastados o vencidos.
Este artículo se realizó con la colaboración de Ana María, enfermera jefa del Servicio de Urgencia Escolar de Clínica Alemana.
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